De pronto el vaso se movio y señalo la primera letra, sin darnos cuenta continuo moviendose hasta deletrear por completo el nombre de nuestro invitado a la mesa, la casa quedo en silencio y de pronto un escalofrio recorrio mi espalda, al leer el nombre me asuste y el vaso se rompio.
No habia jugado a la ouija desde que era pequeña, soliamos juntarnos bajo la sombra de un pequeño arbol, yo solia llevar conmigo una pequeña aguja de coser con la cual nos pinchabamos el dedo indice y comenzabamos escribir con sangre las letras para comenzar a jugar.
Si cierro los ojos aun puedo recordar aquellas tardes rodeada de flores, corriendo descalza por la hierba.
Sera bueno volver a las andanzas botanicas acompañada de madame Blavatsky.
No comments:
Post a Comment